Wednesday, July 20, 2016

MI ESTANCIA EN EL HOSPITAL INFANTIL

Ésta es una foto del Hospital Infantil de aquel tiempo.  Se inauguró en 1943 y estuvo allí hasta que el temblor del 28 de julio de 1957 lo dañó.

Yo llegué en diciembre de 1947, o sea que casi lo estreno.

Como les platicaba, mi tío Tomás trabajaba y daba clases en el Instituto Nacional de Cardiología, que estaba junto.

Cada día que llegaba en la mañana, entraba y preguntaba si había una cama disponible, pues una sobrina estaba muy enferma.  Con su bata blanca y se identifico la primera vez.

En la tarde regresaba y nada de cama... asi por varios días.  No se cuántos pues yo la verdad ni cuenta me daba.  Como el corazón me habia crecido mucho, me oprimía la tráquea y no podía respirar, asi que tenía que dormir sentada.

No comía nada pues nada se quedaba en el estómago.  Mi mamá tenía que salir a buscar hielo porque era lo unico que me calmaba.  Y no importaba la hora, ella salía con todo el peligro que eso conllevaba.

Ese día en el que finalmente  había una cama disponible, llegamos en el taxi, me cargó y entró corriendo.  Acto seguido me dieron algo a tomar, era un líquido rosa, del cual todavía recuerdo el sabor, no desagradable y como por arte de magia dejé de volver el estómago.

Enseguida me metieron a una tina de agua calientita, me bañaron y me pusieron una pijama del hospital.


La sala a donde me llevaron eran de no contagiosos, había varias enfermedades... el corazón,  leucemia, mal de San Vito o Corea, como le llamaban allí entre otras.

Era una sala con 20 camas, 10 de cada lado, divididas por cristales, asi que se podía ver todo, menos la cama 20, la que siempre estaba cubierta con sábanas, pues por lo general, niña que entraba allí no salía viva y exactamente a esa fui a parar.

Oxígeno, suero el cual no era como el de hoy... tenía que tener el brazo inmóvil porque si no, se salía la aguja.  Penicilina y como apenas se había empezado a usar masivamente durante la II Guerra Mundial,  no era como hoy en dia, sino que era  una inyección cada 3 horas, o sea 8 cada día, durante 3 meses.  Cuando llegaban a inyectarme buscaban un lugar hasta me inyectaban en las piernas, los brazos, donde hubiera un huequito.  Y seguía durmiendo sentada.

Durante los primeros días me la pasé durmiendo, el oxígeno era un gran alivio, también como el suero 24 horas al día.  

En  la tarde llegaba mi mamá.  El solo verla me aliviaba un poco, no faltó un solo día.  Solamente cuando iba Chelo o Pepis a visitarme, pero eso era esporádicamente, pero mi mamá, al pie del cañón y como decía Carmen, llevaba a mis 3 hermanos y los dejaba encargados con una señora que vendía algo.  

Pasó algún tiempo antes de que yo pudiera asomarme a la ventana, ya que tenía prohibido bajarme de la cama y caminar... para ir al baño o cuando me bañaban, iban por mi y en silla de ruedas me
llevaban.

Cuando ya me dieron permiso de pisar el suelo y asomarme a la ventana, veía a mis hermanos desde allí.   Siempre le estuve agradecida pues sabía lo difícil que era para ella el irme a visitar todos los días!... Llegaba a la hora que empezaba la visita y se iba ya que la enfermera le decía, como estuve tanto tiempo allí, que a veces la dejaban unos minutos más.  Me llevaba pasadores para el cabello, me peinaba y claro que veía el amor que le tenía a sus hijos.

Allí pasé la Navidad, el Año Nuevo, el día de Reyes.  Había fiesta esos días, llevaban payasos, nos dieron dulces, llevaron también títeres, había unos muy grandes, muy famosos de Rosette Aranda.

Y un dia mi papá llegó con mi mamá... qué gusto me dió, pues ya habia regresado de Estados Unidos, que no se si les había platicado que estuvo por allá como un año año y medio.

Poco a poco fuí bajando la cabecera de la cama, hasta que un día pude dormir hasta sin almohada.... realmente uno no se da cuenta de lo que algo tan trivial significa.  

Finalmente poco después de 3 meses me dieron de alta.  

Allí vi como morían las niñas, vi cosas feas y creo que me familiaricé con la muerte, como algo natural.



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